COLUMNA DE OPINIÓN

Robo al Estado: causas y consecuencias

La idea es difusa. Hay gente que interpreta que fue válido el saqueo al erario público, lo minimiza y mira para otro lado si las políticas asistencialistas que instrumentaron los que robaron la benefició. “Está todo bien”, dicen para sí y quienes quieran escucharla. Aunque no sea su intención, reivindica la corrupción.

 

Tampoco cae en la cuenta que las consecuencias de esos hechos pueden haber llegado a afectarla a sí misma. Es que, por ejemplo, el robo al estado impidió la construcción de Hospitales y Centros de Salud. Del mismo modo limitó refacciones edilicias, mayor cobertura y mejor atención.

 

Robarle al estado también golpeó a la educación; Pudieron levantarse nuevos edificios escolares o tener en condiciones los existentes. En Argentina existe un gran déficit en materia de infraestructura escolar: la mayoría de escuelas y colegios tiene muchos años de antigüedad.

 

Al mismo tiempo, el faltante (grande, por cierto, enorme) privó de mejores salarios a médicos, enfermeros, maestros, celadores y el resto de los trabajadores estatales.

 

Por cierto, quienes robaron al estado seguirán siendo ladrones más allá que lo disimulen enarbolando engañosas banderas a las que llaman justicia social. Engañosas porque, en realidad, apuntaron al clientelismo político, al conformismo, a la dependencia y ese escenario puso un techo bajo a las aspiraciones históricas del ser argentino: trabajo + sacrificio = satisfacción por los logros, por el progreso (La metáfora de la cuesta empinada).

 

Aquella desvirtuación desalentó; las oportunidades generalmente no fueron para los más competentes, los que más estudiaron y/o capacitaron. La elección no privilegió la idoneidad, fue a dedo: “los que adhirieren a ¡Adentro!”. El resto a seguir participando. Hijos y entenados. Privilegios por doquier. Ausencia de igualdad. Injusticia.

 

Por aquello de que “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, sería adecuado reforzar en la educación contenidos cívicos, democráticos, que expliquen con todas las letras que es el estado y lo que significa robarle. Cualquiera sea Ia ideología de los educadores no podrá alterar algo que solo tiene una interpretación.

 

Comenzar con los más chicos no significa excluir a los mayores, cuya instrucción debiera estar a cargo de los gobiernos (con campañas de concientización) y partidos políticos con sus ateneos.

 

Se trataría de algo así como un Nunca Más para la corrupción; De un CO.NA.DIR. (Comisión Nacional para la desaparición de dinero).

 

¿Suena utópico? Suena utópico; Tanto como, en su momento, la patria libre, el voto secreto y la continuidad democrática que cumplirá 34 años.

Por Roberto A. Bravo