LA COLUMNA TORCIDA DE ARIEL MENDOZA

Preguntas

 

 

Arrinconado por las preguntas que estallan en los teléfonos y en whatsapp, el periodismo de hoy no ofrece demasiadas diferencias ni ventajas. Hay quienes creen que nació en 1605 con el primer periódico famoso, pero no. Esta profesión u oficio es tan vieja, pero tan vieja que en verdad, créame, es la segunda más antigua del mundo. Y sí, alguien debía anunciar que la prostitución existía-aunque ya todos y todas lo supieran- y fue la manera de exponer públicamente lo que en privado, ya sabían.

Los teóricos hoy ubican a la comunicación entre las ciencias sociales y con una importancia bien significativa. Pero la sociedad, esa inasible suma de individuos, ya no ve al periodismo como el lugar de privilegio que permitía ver mejor y más allá.

El pedestal que otrora garantizaba una elevada mirada se ha desmoronado y está o a la misma altura que cualquiera o peor, en una dolina desde la cual es muy dificultoso poder tener una perspectiva adecuada.

Quitar los obstáculos que existen para poder mirar mejor es la ominosa tarea que nos ocupa a diario. Desempolvar de intenciones abstrusas los mensajes de los dirigentes (sociales, gremiales, políticos, religiosos, etc.) es quizá el gran desafío cotidiano que nos ocupa o nos debería ocupar.

Del control del humo para avisarles a los otros miembros de la tribu que se avecinaba una fuerte tormenta, a los bits actuales que describen con precisión febril lo que está ocurriendo exactamente ahora pero muy lejos de aquí, no hay una diferencia conceptual muy apreciable. Lo que cambia de modo rotundo es el tiempo. Y qué otro recurso deseamos y pretendemos los humanos si no es prolongar nuestro tiempo.

Los primeros antecedentes de la escritura datan de hace 6.500 años. Los sumerios. La primera obra considerada como relato de ficción es de esa época y de aquellos lugares. Gilgamesh, autoridad de Uruk, al constatar la muerte de su amigo Enkidu, le declaró la guerra a la muerte y se juró ser eterno. Por eso no es casual el proyecto que llevan a delante desde la Singularity Universidad de California. Gilgamesh. Dicen que desde el 2045, la muerte podrá producirse por incidentes o accidentes violentos, pero no por lo que hoy mueren en el mundo 153 mil personas por día, promedio.

Cifran la expectativa los del colectivo Gilgamesh en los enormes avances sobre el conocimiento del genoma humano, sobre el desarrollo fenomenal de la nanotecnología y sobre el uso de células madres. La conjunción de haber arribado a conclusiones determinantes del ADN y a la par el desarrollo tecnológico que permite substituir ya no sólo órganos sino tejidos específicos, abona esta teoría de: vencer a la muerte.

En todo este avance, el periodismo es tal vez el espectador más ignorante, y ahí reside su importancia. No en la capacidad intelectual y tampoco en la destreza discursiva sino en la admisión de su propia ignorancia y la vocación para revertir esa  situación de desconocimiento.

Tanto como desde el origen, hacer periodismo hoy requiere de esa esencia fundante: la curiosidad. La inquietud, la intención de decirles a los demás lo que él sabe. Contagiar al prójimo para que esté atento, o tal vez, transferirle las propias dudas.

Estar en el medio. Estar en un medio o en muchos, no significa estar en el “centro”. Aunque las vanidades no son patrimonio exclusivo de las y los periodistas, es honesto reconocer que es uno de esos oficios que las alienta.

La experiencia de ejercer el periodismo en una época tan particular, en medio de una pandemia, acentúa el desafío y obliga a extremar todo aquello que las universidades dictan. Severidad. Constatación de datos. Rigurosidad en el relato de los hechos. Precisión aritmética y estadística e imparcialidad.  Algo que de ninguna manera puede emparentarse con la asepsia hipócrita de la que habla la SIP y todo organismo que prefiere a la democracia sólo y siempre que los ganadores sean ellos.

La reflexión no es sólo sobre los datos sino además debe responder a cómo debemos interpretar y en ocasiones traducir esos datos en información para que le sea de utilidad a la sociedad en su conjunto.

Ni sagrado ni impoluto: humano. De eso se trata.

Más de un desprevenido podría considerar que el siete de junio se conmemora el día del periodista porque en esa fecha pero de 2008 murió Bernardo Neustadt, uno de los periodistas más encumbrados y a la vez, uno de los más cuestionados, pero no. Se trata de la aparición del primer número de la Gazeta de Buenos Ayres, periódico impulsado y escrito por Mariano Moreno.

Nada que ocultar ni esconder. Al contrario. La mejor manera de convocar al pueblo para que actúe a favor de una causa.

En nuestra actualidad (mundial, nacional y provincial), es de enorme importancia el ejercicio honesto, frontal y estricto del periodismo, de un periodismo tan clásico y vanguardista como pudo ser el de Walsh, el de Rab, el de Timmerman, pero con una exigencia de proporciones: es indispensable que la sociedad, que los públicos, o sea, que el Pueblo quiera recibir esa información desprovista de disfraces y carente de espejos distorsivos.

Atravesar los días y las noches, ataviados con un adminículo sobre la nariz y la boca no era lo que habíamos pensado escribir para hoy. Tampoco lamentar la muerte de Mamás. Papás, amigas, primos, vecinos. Ni suministrar la cantidad de contagios y de muertes diarias.

Ocurre y desde siempre. La naturaleza en ocasiones se torna indómita, no hay previsión que alcance y aunque estemos perfectamente informados, de todas maneras, la súbita realidad castiga nuestras petulancias y diluye cada pronóstico.

Podremos contarlo mejor, con más detalles o con más vuelo literario, pero no tenemos la capacidad de modificar su íntima esencia. Tenemos el desafío de narrar lo que sucede con ecuanimidad, serenidad y decencia.

Hoy, y con la enorme singularidad que nos ofrece este tiempo, tenemos una oportunidad quizá irrepetible, hacer uso de nuestra innegable libertad extenuando el sentido de responsabilidad invitando a la participación activa de lectores, audiencias, televidentes y navegadores.

A las compañeras, a los compañeros, a colegas pero principalmente a quienes confían en nosotros, cada día: salud

Es tiempo de recuperar nuestros roles. Las respuestas están afuera, nosotros sólo somos propietarios de las preguntas