COLUMNA DE OPINIÓN

Hoy tiene mayor complejidad la brecha generacional

Partimos por decir que siempre existieron diferencias que son entendibles porque no hay una época igual a otra.

Solo a modo de comparación (y de recuerdo, porque no) la llegada de las antiguas máquinas de escribir Olivetti (instaló su fábrica en Argentina en 1932), Remington, y otras produjo una verdadera revolución tecnológica. Los más diversos documentos y cartas ya no tendrían ese sello que, en caso de dudas, llevaría a decir "¡Es su letra!" (O "¡no!").

Se abría una enorme puerta para que comenzara a despedirse aquella Caligrafía indispensable para conseguir un trabajo administrativo o, simplemente, para una prolija y personal comunicación.

Ese cambio tuvo también una no bien ponderada incidencia social que benefició a las mujeres: miles de ellas accedieron a un oficio acorde a la época y se insertaron en el mundo laboral gracias a la Dactilografía.

Ahora, ese cambio (como otros) se dio dentro de un lapso de tiempo enorme; debieron pasar siglos porque, continuando con el mismo ejemplo, el archivo de las máquinas de escribir por la llegada de computadoras aconteció en poco tiempo. Pero eso sería lo de menos si la nueva tecnología no fuera imparable porque, al advenimiento de las PC, continuó el de Tablets y Celulares con múltiples funciones. Nada parece detener ésta carrera, al punto que la actualidad de hoy está en duda para mañana.

Los jóvenes de hoy ya llevan al menos la mitad de su vida adquiriendo conocimientos digitales; algunos viejos ni siquiera han comenzado y tal vez nunca empiecen. He aquí lo que potencia la complejidad: a unos les sobra tecnología y les falta experiencia; a otros les sobra experiencia y les falta tecnología. Dos mundos.

Un abismo porque la ilusión de amalgamar está tan lejana como…Como  la Caligrafía.

 

Por Roberto A. Bravo

 



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