Ana Prada HASTA LA RAÍZ

En Café Berlín, Viernes 3 de Diciembre.

 

 

Ana Prada y Manu Sija en Café Berlín
Viernes 03 Diciembre, 20:30 hrs.
: Café Berlín

Av. San Martín 6656, Buenos Aires, Argentina

 

ANA PRADA entre el tiempo, la diversión y el poder

La cancionista uruguaya habla de sus últimos años y desmenuza, una a una, las canciones de su nuevo disco 8 para el 8M

“Fueron años largos. Me pasó un tren en estos años en la vida. Me pasó de todo, y recién estoy volviendo a armarme”.

Ana Prada habla por videollamada y el sol de la tarde baña el espacio de una casa bonaerense y la arropa a ella, su remera holgada, sus rulos desarmados, con una ternura que no siempre se condice con el relato de la entrevista.

Fueron años largos.

El último disco de la cancionista uruguaya, su último disco de temas propios, tiene ocho años. Soy otra fue parido en 2013, para cerrar la trilogía que comenzó en 2006 con Soy sola y tuvo su punto alto con Soy pecadora, de 2009. Ahí completaba una gran declaración de principios, una autobiografía cantada en la que primero dijo que era sola y del alma buena; después que era perra, perra mala; y al final que había entrado en los cuarenta, que había cambiado. Que seguía buscando el amor, porque aunque amar es una trampa, no nos vamos a escapar.

Fueron años largos.

De gira imparable por Argentina, donde afianzó una carrera de solidez y actividad importantes que no siempre queda a la vista de les uruguayes, Ana Prada fue madre y perdió a su propia madre. Se separó y se enamoró. Se enfrentó a un montón de cosas que, cuenta, recién empiezan a cuajar en un nuevo disco suyo. Un disco de canciones pequeñas e íntimas para seguir quitándose las capas, la ropa, la piel hasta llegar a lo más sincero, lo más hondo, lo elemental.

En paralelo, la historia y la revolución feminista volvieron a explotar. En el mundo todo y con fuerte eco en el Río de la Plata, los colectivos que luchan por los derechos de las mujeres lograron cambios históricos que van de lo conductual y costumbrista a lo netamente legislativo. Aborto legal y ley de cuotas en la cultura, sí, pero también programas pensados desde lo paritario y revisiones constantes del discurso: la perspectiva de género ganó terreno y es notorio, aunque quede mucho por conquistar.

Fueron años largos.

En todo eso que fue, “Soy pecadora”, la canción, se abrió camino propio y la llevó a estar muy cerca de las diversidades, las luchas. La canción se abrió camino y también la vida: Ana tuvo un hijo junto a otra cancionista local, Pata Kramer, con quien terminó el vínculo de pareja pero sigue compartiendo casa y crianza de Hugo, de tres años. Ser parte de un modelo de familia que rompe estándares arcaicos la hizo, inevitablemente, ser faro.

“Yo soy una persona que siempre puso toda la carne en el asador, nunca piloteé nada. No oculto mi vida”, dice Ana envuelta en la luz del sol.

Fueron años largos para todes, el último mucho más.

En algún momento del mundo prepandémico, a Ana se le apareció una necesidad: la de tomar canciones de otras manos y otras voces y hacerlas suyas por un rato. Músicas que giraran en torno a la figura de la mujer, a veces solemnes y extremas, a veces triviales y amenas, para conformar un repertorio de empoderamiento que a la vez le permitiera jugar, salir de su zona de confort y dar un sacudón que quitara el polvo de las estanterías compositivas.

8 para el 8M, el disco que lanzó este año de manera independiente, es escuchar una inquietud y abrazar un lugar de visibilidad, pero también sacarse las ganas de divertirse sin el riesgo de forzar canciones propias al servicio de una bandera.

“Como mujer que me subo a un escenario o tengo la oportunidad de dar una nota, tengo una responsabilidad entre manos, y ese lugar de cierta referencia es con la diversidad, los feminismos, con un modo de vida; soy madre también, con otra mujer. De alguna manera me hago responsable de eso y me lo tomo muy en serio, no es que estoy faltando el respeto a nada”, explica Ana. “Pero también quería divertirme”.

En 8 para el 8M están Valentina Prego, Pata Kramer, Gonzalo Gutiérrez y las ilustraciones de Marina Hernalz en un cuadro colectivo que completan el músico argentino Manu Sija y los uruguayos Sebastián Pereira y Roberto Heredia. Están las ganas locas de hacer un show en vivo con un repertorio ampliado que expanda este mismo sentido —“quiero frenar y no tocar más hasta armar algo que me guste y esté bueno”, dice— y está, ahora sí, en el horizonte, un nuevo álbum de temas propios.

“Va a ser un disco bastante quieto, de canciones pequeñas, reflexivas”, anticipa. “Quiero volver a encontrar algo que creo que en el camino un poco se me perdió”.

Por lo pronto, Ana Prada encontró un lugar donde divertirse y reivindicar causas, donde animar a les otres a liberarse mientras canta penas y se inventa fiestas. 8 para el 8M es, dice, un disco sin prejuicios. Un disco más o menos en serio, un disco de búsqueda premeditada sin mayor profundidad. Un disco que gusta mucho. “Un disco como que no soy yo”, dice, “pero soy yo también”. La foto de unos años largos.

En charla con Creadoras, Ana desmenuzó una a una las canciones del nuevo repertorio. Acá, la historia en primera persona.

«La perversa minoría»
Se la escuché a Samantha una vez en casa, en una reunión, y me parece reinteligente el concepto de una minoría mundial, en definitiva, como una clase privilegiada… Está muy inteligentemente dicho, al modo de Samantha que es brillante componiendo, y a la vez tenía una cosa irreverente porque la canción original es como una cumbia kosher. Me gustó muchísimo decir cosas en serio en formato irreverente, bien a lo Samantha, y también me gustaba que fuera de una compositora contemporánea, amiga, de mi misma edad; me cerró por todos lados. Me hubiera encantado haberla escrito yo, y resume muy bien lo que quiero decir, ya desde la primera frase: “Hoy no me interesan las cosas excelsas, ni la poesía ni la belleza. Hoy solo quiero protestar”. En esa frase me definía el proyecto.

«El clítoris letal»
Cuando Mónica Navarro, que era parte de La Tabaré, tuvo familia, me llamaron y fui cambio de Mónica. Canté como seis meses con La Tabaré y canté esa canción en vivo muchas veces; me encantaba, creo que era la que más disfrutaba cantar. Buscando la volví a escuchar, hablé con Tabaré (Rivero) y me contó que la escribió en el año 86 con las herramientas y lo deconstruidos o no que podríamos haber estado en ese momento de la historia, que no hace tanto, pero hemos avanzado bastante en poco tiempo. Pero que en el 86 un tipo del rock, que es un género muy amplio pero bastante machista, cuestionara, está buenísimo porque además “El clítoris letal” tiene una visión de la mujer, eso de: tengo que ser todo para vos, el hogar, el sentido de la posesión, y al mismo tiempo tiene como una revolución secreta de las mujeres en su fuero íntimo. Es una letra muy interesante. Soy lo que vos quieras, pero no soy tuya.

El arreglo lo hicieron Sebastián Pereira y Roberto Heredia, músicos uruguayos; lo pensamos distinto, un poco más pop. Hay un momento en que entra un bombo a tierra, medio Peter Gabriel, y volver a cantarla hizo que se me vinieran a la cabeza un montón de shows. Yo venía de cantar con el cuarteto vocal La Otra y de repente estar ante un pogo gigante de gente cantando la canción conmigo era como: wow, yo quiero esto para toda la vida. Fue una experiencia muy fuerte en mi vida.

«Paloma negra»
Manu Sija es un músico tucumano muy joven, multiinstrumentista: un dotado, un guacho que es violinista pero que el padre tuvo que aprender a construir instrumentos porque no daba a basto con la demanda del niño, una especie de Messi de los instrumentos. Todo lo que haya para tocar. Él me sugirió “Paloma negra” y me parecía un poco polémica la letra, pero estuve hablando con varias amigas feministas, Gabriela Borrelli por ejemplo, que me ayudó a pensarla desde otro lado. Manu me mandaba todas las capas de todo lo que suena, con una voz guía, y yo después grababa en casa la voz definitiva. Y fue alucinante.

Me parecía que algunas mujeres podían saltarme a la yugular por grabar esta canción que tiene un sentido de posesión, pero a mí lo que me importó fue, primero, meter una canción que cantó Chavela. Había que ser muy valiente para cantar lo que cantó Chavela en ese México, en ese contexto histórico. No deja de ser, para mí, un homenaje y un agradecimiento a la valentía de esa mujer que la pasó durísima en la vida, porque en esa época, para ser mujer y sostener lo que sostuvo, ser lesbiana y no esconderse, un poco tenía que ser más macho que los macho. Igual creo que es un lamento: no quiero sufrir más, quiero vivir mi vida con quien me quiera bien. Soltar esos vínculos tóxicos que te hacen mal, ese amor romántico que te agarra y te lleva a la oscuridad. “Y aunque te amo con locura, ya no vuelvas”. Tiene el dolor de la resignación, de la pérdida a pesar del amor.

Estaba muy rota ese día que la grabé en casa. Me acuerdo que era una mañana de invierno, yo estaba como triste y pensé grabarla de nuevo, pero me gustó que hubiera esa rotura real, del ánimo. Cada cosa que uno canta la resignifica en función de lo que te pasa. Y si bien es fuerte y es doloroso, lo hace genuino. Terminé de grabarla y lloré una hora.

«Canto de trabajos»
Es del disco Hijas de Eva de Pedro Guerra. No sé si fue de los más conocidos de Pedro Guerra, pero es un discazo y esa canción me pareció maravillosa porque tiene esa cosa de mantra, de que la vida sigue pero vos tenés que dar de mamar a un hijo. Y de la fuerza de las mujeres campesinas, que la ves en todo el mundo, que hacen todo con los niños colgaditos. Esa cosa de estar como en ese mantra permanentemente de labores, y dan de mamar a los hijos. Es como la vida sobre la vida. Me parece que ahí está puesta la mujer campesina como produciendo la vida sola. Y me encantó la melodía.

Manu hizo la base, a lo último metimos unos coros raros, la deformamos. No soy para nada fan de Pedro Guerra, yo creo que me la sugirió Pata.

Imagen de «Canto de trabajos» x Ana Prada. Autora: Marina Hernalz
«La Celedonia Batista»
La había seleccionado hacía tiempo porque continúa la temática, la Celedonia bajando el cerro con la guagua que se le queda dormida. Es un cancionún. Me pareció una elección muy genuina desde el punto de vista personal, porque yo trabajo con Teresa, compuse con ella, tengo disco con ella, somos amigas, y no podía hacer un disco de canciones que no fueran mías y hablaran de mujeres sin incluir una canción suya. Porque Teresa debe ser la compositora que más canciones tiene sobre mujeres, ¡un montón! “La abuela Emilia”, “Apurate José” que no habla de José sino de su madre, “La negra Eulogia” que hace esto y lo otro trabajando, y llora sus penas trabajando. Y Manu hizo el arreglo divino. Como “La Celedonia” es un huayno, un ritmo que no es nada nuestro, que es del altiplano, habíamos pensado hacerla una especie de forró, y ahí Manu sugirió un bombo tipo de marcha camión. Pero arriba suena una cosa entre candombe y forró, que generó una mistura rítmica que está buena porque no terminás de identificarla con nada.

La corrimos de ese lugar y quedó divina. Se la mandé a Teresa, la escuchó y me mandó un WhatsApp de audio emocionada, llorando: “¡Como un vestido te queda esa canción!”.

«A quién le importa»
Me parece un himno de liberación, un poco como “soltate el pelo con Wellapon”, yendo a esa cosa de las mujeres que teníamos que ser puras, educadas, vírgenes. Pero también se ha transformado en un himno de liberación de las diversidades.

Manu hizo el arreglo; es una canción que tiene miles de versiones, todas muy punchi punchi, y yo propuse que la tangueara. Hacerla más lenta, que arrancara como sufriendo y que después se vaya como liberando. Entonces le metió bandoneón, violín, la hizo bastante tanguera, y me encantó porque fue llevarla a otro lugar. ¡El loco toca todo, entendés! Allá solito en la casa. Un día le decía la tonalidad y al otro día ya me mandaba todo, la canción ya sonaba. Una velocidad increíble la de ese muchacho.

«Pelo suelto»
La metí más que nada porque me imagino, cuando armemos el show, cómo la vamos a cantar, qué nos vamos a poner. La pensé más para el vivo aunque no deja de ser una canción ícono de todas estas luchas de la diversidad.

Yo tengo 49 años y usaba rulos siempre sueltos, y mi madre me corría con el secador para hacerme brushing. “Y qué desprolija que estás, ¿vas a salir así?” Todavía mi madre se hacía los trajecitos en la modista, una cosa encorsetada que tiene que ver con eso que esta canción dice, de romper las estructuras. Sobre todo en otros países. En España el franquismo atrasó 200 años todo. En Panamá, Colombia, países así, una ejecutiva que labura en una empresa en alto rango se levanta a las cinco de la mañana, va a la peluquería y se apronta y viste como yo no me vestiría ni si tuviera que ir a un Grammy. Tienen una obligación tan enorme de ser perfecta, la mujer impoluta que no transpira, no sufre, nada, que nosotros estamos acá en el Río de la Plata y somos Europa al lado del resto de Latinoamérica. Esa cosa como plástica, en las clases media-alta de países latinoamericanos es de un grado de exigencia que parece del siglo pasado. Ahora, por suerte, hay todo un movimiento de romper eso y hacerlo por placer, no por mandato.

«Fiesta»
La grabamos en Uruguay con un tres cubano, es un poco más cumbia o son. Yo soy fan de Raffaella Carrá desde niña; no me creen, pero Raffaella Carrá fue a Paysandú, comió en el restaurant El Águila, mi hermana fue a pedirle un autógrafo y tocó en el estadio cerrado con los bailarines metidos en las mallitas. ¡Extraordinario! La amé toda la vida, actuábamos con mis hermanas y unas amigas argentinas; cantábamos y le cobrábamos a los padres para ir a las maquinitas y tomar helado en La Paloma. Fue re banda sonora de mi infancia. Y estuve investigando que dentro de su mainstream e identificada con una cosa así, liviana, siempre se declaró comunista, siempre luchó por los derechos de las trabajadoras de los medios donde estaba, ayudó mucho a las mujeres y se la jugó, a su manera. Y simplemente el hecho de que inspire a otras niñas a bailar, cantar, desarrollar una carrera en la música, porque era una mujer que todos amábamos y lo había logrado cuando no había tantas referencias femeninas, ya es válido. Y además quería meter una de Rafaella Carrá.