COLUMNA DE OPINIÓN

El futuro analiza éstas elecciones legislativas

Niños (y no tanto) sueñan con saber cómo será el futuro. Y pueden imaginar que dentro de un siglo habrá, por ejemplo, una tecnología dominante que, en mayor medida que en el presente, marcará las costumbres del hombre y hasta lo tendrá cautivo. Tanto que seguirá resignando ante ella tiempo y trabajo. ¿Qué más? Cien años más adelante también habrá gente interesada en las ciencias. Eso no va a cambiar porque, si se trata de la Historia, a todos seduce saber cómo fue antes.

Imaginemos. Año 2117. En un aula de un colegio secundario (¿Seguirá llamándose así?) un profesor de Historia Argentina desarrolla un capítulo llamado Elecciones. Ha tomado más de ciento cincuenta años y recuerda que, por los golpes de estado, sobran los dedos de una mano para enumerar, por ejemplo, los comicios que hubo en el siglo XX en las dos décadas que fueron de1963 a 1983. Entonces, solo surgieron como presidentes por el voto popular Arturo Illia, Héctor Cámpora, Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín. También destaca la continuidad a partir de éste último año.

Pasa al siglo XXI y repasa uno a uno los comicios hasta llegar al de medio tiempo de 2017, cien años atrás. Hace una pausa. Toma aire. Sabe que no será sencillo explicar por qué (considerando ya a todos los procesos electorales de la historia) fue el más atípico.

Hubo preocupación en los dos meses previos por un muchacho que desapareció en la Patagonia y que fue encontrado muerto en las aguas del Río Chubut, apenas cinco días antes de las elecciones. En tiempos electorales se politizó y gran parte lo usó para involucrar al gobierno porque había intervenido Gendarmería Nacional en un operativo previo. Durante 78 días los medios bombardearon informando y desinformando. Fogonearon intereses electoralistas porque (y sin minimizar la gravedad del hecho en sí mismo) en otro momento no hubiera provocado tanto ruido.

Lo cierto es que, a diferencia de cualquiera de las otras elecciones de la historia, aquella no pudo despegarse del desgraciado hecho y bajó expectativas y ansiedad del electorado. Fue evidente. Los festejos tuvieron más que ver con el Folclore que con el ánimo.

Aquellos comicios, signados por miseria, morbo y pesar verdadero, también mostraron que, a la hora de votar, la gente fue inmune a falsedades y mentiras enquistadas.

“Hubo una evidente madurez del electorado que dejó de avalar a las conductas políticas demagógicas que comenzaron a caer por la pendiente”, concluyó el profesor en 2117.

Por Roberto A. Bravo