por carlos ares rusia 2018

Cuaderno de Bitácora - Día 13

Rusia, 2018.

Día 13

Tres. Tres de la mañana. Ya clarea. Las columnas que sostienen el estadio, imponentes, se recortan contra el horizonte púrpura. Apagan las tres últimas luces. No queda nadie. Solo nosotros tres en la inmensa playa de estacionamiento vacía del súper y el shooping, a unos trescientos metros del campo de júego. No sabemos qué hacer, cómo salir de aquí. Según la distancia que nos indica el mapa de la aplicación, estamos a tres kilómetros de distancia del hotel. Argentina acaba de perder tres a cero contra Croacia. Pienso en tres cosas en este momento. Las tres a la vez y las tres, a su vez, contienen tres. A saber: ¿ si tenemos tres arqueros y tres son los partidos de la primera fase porque no poner a los tres para evitar comernos otros tres? Nos hicieron tres con línea de tres, creo que deberíamos sumar otros tres para ver si así podemos parar alguna vez a los tres de arriba de Islandia y a los tres de arriba de Croacia y a los tres de arriba de Nigeria. Tres volantes ya no alcanzan en el fútbol moderno. Hay que hacer bajar a los tres de arriba, más los otros tres que acabamos de poner, para hacer valer la superioridad numérica sobre los tres volantes de los que juegan contra nosotros y nos meten tres. Hoy no tendría que ser fácil hacerle tres a a cualquiera. Pero nosotros estamos ya en la categoría de los tres equipos chicos, malos, o boludos que toda copa del mundo necesita para sumar más de treinta. Y, por último, si Ansaldi juega de tres, porque no va a tener la oportunidad de jugar ninguno de los tres partidos. Alguna virtud debe tener. Por algo tuvieron que explicar tres veces las razones de su incorporación a la lista definitiva.

Urtasun lleva tres horas tratando de conseguir que un auto que nos venga a buscar. Pasaron tres taxis, tres “buscas” que andan recolectando argentinos en banda. Negociamos el costo del viaje antes de subir. Dicen que acá, cuando no ponen el reloj, te cobran lo que quieren. Eso solo pasa en tres países en el mundo. Nos da miedo. Nosotros no estamos acostumbrados a que un taxista nos estafe. Treinta minutos después de discutir en ruso con los tres, nos entendemos. Piden trescientos rublos. Consultamos entre los tres. Los tres decimos que no. No podemos liquidar, en los tres p....días que pasamos acá, en "ni si-ni no", "no-gordo-no" , o como se llame esta p...ciudad que me obliga a repetir tres veces el nombre antes de que me salga algo que suene parecido. Trescientos rublos es lo que nos dieron por semana para gastar en solo tres cosas, a elección. Elegimos vodka, pan de pizza y pizza con algo arriba. Los tres ahorramos tres monedas cada uno por día para un festejo final si pasábamos a octavos. Ahora vamos a reventar todo en las últimas tres noches antes de Nigeria. Los tres coincidimos en que es hora de parar con la pizza. Hay otras tres marcas de vodka que aún no probamos. Los tres tenemos ganas de emborracharnos y olvidar esta noche. Pero no en este p...lugar que vamos a recordar siempre cuando hagamos memoria de las, al menos, tres tristes noches fútboleras que un hincha de ley evoca con dolor. Hacemos el repaso y nos damos cuenta que son más de tres las derrotas que nos hacen llorar todavía. Cada uno de los tres tiene las suyas. Cuando las repasamos y sumamos, contando las de las selección y los equipos de los que somos hinchas, resulta que son como treinta y que son treinta años también los años que llevamos sin ganar nada.

Dejo de pensar en esas tres derrotas que a su vez me llevan a otras tres y así hasta el infinito. Paso tres minutos con la mente en blanco. Pero es inútil. Pienso en otras tres. Trató de que al menos estas tres sean distintas. Lo logro. ¿Será este el Volga? ¿Será fría el agua ? ¿Cuánto tardaría en ahogarme? Me quiero matar, pero no me banco el frío. Trató de espantar esas tres preguntas sombrías, oscuras, que me llevan por asociación a otras tres. ¿Los negros le ganaran a Islandia? ¿Resistirán los negros los pelotazos de Islandia? ¿Nosotros le ganaremos a los negros?. Son tres los resultados posibles. Sumo, resto y multiplico. Los tres nos dan. Nos dan afuera si no ganamos nosotros. Maldigo tres veces. Las cuentas no me salen. Debo admitir ahora, treinta años más tarde, que no todos los de matemáticas me mandaban a marzo porque me tenían bronca. Tres de ellos eran buenos tipos. Recuerdo en especial al profesor de tercer año, el gordo Rescaldani.
Además de los tres goles de Croacia, lamento que tres jugadores se van a ir del Mundial sin haber tenido la oportunidad de entrar en alguno de los únicos tres partidos de Argentina. Los tres deberían jugar el próximo frente a Nigeria. Los arqueros, Armani y Guzmán, juntos en el arco y Ansaldi de tres. Al menos, tres argentinos levantaran las tres cosas que hacen falta ahora. La cabeza, las piernas y las manos para aplaudir a la gente.

Los treinta mil argentinos que se gastaron en conjunto unos tres millones de dólares en trescientas cuotas mensuales, que se las van a cobrar con el dólar a treinta y tres cuando llegue el resumen de la tarjeta. Ellos deberían tener al menos tres satisfacciones antes de volver. Que los declaren en emergencia y les consigan un subsidio para derrotados, que les acepten extender el plazo de pago de la deuda a otros treinta años, con una suba del tres mil por ciento de interés, y que los dejen ingresar de a tres para hablar a solas con Sampaoli en un cuartito. El debate " del proyecto" con el entrenador se haría sobre la base de los tres temas más importantes que hoy inquietan a los hinchas. ¿Vas a devolver al menos una parte de la que te llevaste ? ¿Cuando presentas la renuncia? ¿Domiciliaria con tobillera por tres años o una "probation" de otros tres años haciendo guardia nocturna con el policía que bardeaste, más sus dos amigos del alma, el sargentos "tres al hilo" y el cabo "tres atras"?
Urtasun usó su aplicación rusa para pedir tres veces seguidas tres autos por el Uber ruso. A los treinta minutos le pregunte si estaba seguro de que le entendieron. Me dijo que sí.

Que le avisaron de unas tres horas de demora porque es muy tarde ya. A los treinta minutos, insistí: ¿sabrán dónde estamos? Me dijo que sí. Me dio una explicación en ruso sobre cómo el sistema nos localiza. Pasados otros treinta minutos me dijo que le mandaban mensajes pero que no entendía lo que decían. A lo lejos, unos trescientos metros, se ven girar en una rotonda las luces de tres autos.
Tengo que escribir el cuaderno del día 13. Hoy nos vamos de acá. Si hay todavía una chance de conversar a solas con Sampaoli, los tres nos vamos a anotar en lista de espera.