COLUMNA DE OPINIÓN

¿No están tirando demasiado de la cuerda?

Se da por sentado que “La violencia engendra violencia”. Y no es solo una cita. Nuestra historia (y La historia) lo certifican.

Nosotros tenemos hitos significativos. Algunos todavía con heridas sin cerrar como el que comenzó con la guerra de guerrillas de los sesenta y setenta, la más sangrienta de América Latina.

Entonces, los grupos subversivos se enfrentaban a las fuerzas regulares golpeando duro. Contaban con gran cantidad de hombres motivados por ideales y con sustento económico por secuestros y robos a bancos y financieras. La sorpresa jugaba a su favor y se sucedían los atentados: golpes a unidades militares, toma de guarniciones, asesinatos a uniformados y familiares por efecto de balas y bombas. Sangre en las grandes ciudades y en el campo por la guerrilla rural en el monte tucumano.

A cada acción sucede una reacción y la respuesta surgió del lado menos pensado: desde un gobierno constitucional que dirimió su lucha política intestina (pseudo izquierda vs pseudo derecha) con un decreto que autorizó a los militares a “aniquilar a la subversión”. Aseguran que el espíritu no alentaba un genocidio. Los destinatarios de las órdenes no lo entendieron así y las consecuencias del estado represivo (1976/83) pintaron a la Argentina de un rojo intenso, viscoso y generalizado. Muertos y desaparecidos, que es lo mismo que decir muertos y muertos; solo quedaban estertores sediciosos.

Por aquello de que nada es para siempre, un día la voluntad del pueblo reflejada en las urnas fue tan poderosa como las explosiones y echó a los exterminadores del poder. Aún hoy, en su decadencia, rinden cuentas.

Unos y otros tiraron mucho de la cuerda hasta romperla ¿De qué sirvió? ¿Quién ganó?

Por estos días hay un clima enrarecido en el país al que ayer nos referíamos. Aunque esté dentro de la condición humana, hay que evitar tropezar con la misma piedra. Hay que acudir a la memoria y la razón para no repetir horrores.

Por Roberto A. Bravo