COLUMNA DE OPINIÓN

Las Paso pasan, la educación queda

Cuando se los consulta a los candidatos sobre proyectos en carpeta si acceden a Concejos, Legislaturas y Parlamento, la mayoría tiene iniciativas relativas a la educación. Lo mismo sucede con los postulantes a intendencias, gobernaciones y presidencia de la nación.

El solo análisis de los resultados educativos de la Argentina demuestra que, ya desde sus bancas, desde sus despachos, los que llegaron no pudieron concretar todos sus buenos augurios.

Es cierto que los cambios sociales han sido profundos y en poco tiempo. Tecnología e informática irrumpieron con tanta fuerza que influyen para que niños y jóvenes exhiban comportamientos difíciles de analizar por los mayores. Como consecuencia, no está claro cómo encuadrar el uso de computadores y celulares dentro de los programas educativos. No es fácil. Para nada.

Eso en lo exclusivamente relativo a la pedagogía. Pero hay otro aspecto a tener en cuenta: el de las políticas gubernamentales que trabajan seriamente a favor del cumplimiento de los  días de clases ya que, si no hay metas, no hay logros.

Y, en tal sentido, la provincia de Mendoza es una de las que ha dado un paso trascendente y hasta casi inédito. Hoy, el día después de las elecciones, por un operativo de las autoridades escolares (Dirección General de Escuelas) los chicos tienen clases normalmente. Atrás quedó aquella tradición que por año, vaya a saber porqué razón, decretaba asueto.

Por lo demás, vinculado a los resultados (ampliamente difundidos y analizados por los medios y sus especialistas- éste y casi todos-) el análisis es claro y contundente respecto de la decadencia de las estructuras dominantes por años, aquí y en muchos lugares del país. En San Rafael, los hermanos Félix perdieron la primera elección en 14 años comparando lista por lista: Equipo de Gobierno de Cambiemos vs Nueva Conducción del P.J. o  Claudia Najul vs Omar Félix.

Éstas P.A.S.O. han demostrado una ciudadanía mucho más proclive a identificarse con lo Republicano; a salir del  corset, asfixiante y dominante de las estructuras partidarias; a dejar en claro que es la dueña de los votos.

 

Por Roberto A. Bravo



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