índices alarmantes CATAMARCA

Pésima calidad educativa de Catamarca

Juan Godoy Secretario General de SUTECA , dialogó con "La Radio de Todos" y nos dejó sus observaciones en cuanto a la situación paritaria con el gobierno provincial y también con respecto a la magra calidad educativa en la provincia.


Los datos son elocuentes. El 90,47% de los alumnos de 5º y 6º año del secundario de la Provincia mostró un desempeño por debajo del básico en el área Matemática. Si se toma solamente a los alumnos del último año, Catamarca se encuentra en el último lugar del ranking nacional: el 60,17% tuvo rendimientos por debajo del básico. La sigue Chaco, con 59,55%. Pero si se toma a los alumnos que están en un contexto de alta vulnerabilidad, los resultados obtenidos en Matemática aún presentan diferencias más amplias y también crecen los índices de chicos que están por debajo del nivel básico. En Catamarca, el porcentaje con malos resultados se eleva al 94,02, seguida también por Chaco con el 91,5. Para definir los índices de vulnerabilidad, el Ministerio de Educación tomó el nivel educativo y la ocupación del jefe de hogar, el hacinamiento y la calidad de la vivienda. Esta información fue difundida por el Ministerio de Educación de la Nación a través del sitio web aprenderdatos.educación.gob.ar. Se trata de una ampliación de los datos conocidos en marzo pasado, ya que ahora cuenta con mayor información de las provincias. EL ANCASTI los informó en esa oportunidad y en la edición del domingo pasado publicó los detalles área por área.

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Aunque como sucede a menudo los peores resultados se dan en Matemática, también fue decepcionante el desempeño que mostraron los alumnos catamarqueños en Lengua y Ciencias Sociales. Es decir, el problema de la mala calidad educativa es transversal en todo el sistema público provincial. Y esto revela que uno de los problemas centrales de Catamarca es la educación en términos de enseñanza. Quizás las encuestas que menudean en tiempos electorales indiquen que, para la gente, los problemas más graves son la inseguridad, el desempleo, los bajos salarios, la caída del poder adquisitivo. Sin embargo, todo eso podría ser consecuencia del déficit educativo. Si los chicos van a la escuela entonces no están en la calle; si aprenden contenidos básicos y de mayor complejidad, llegan mejor preparados al nivel terciario o a la universidad, y así pueden encarar nuevos desafíos. O al menos ya cuentan con un nivel de educación que les puede abrir puertas en el mundo laboral. Es desde este punto de vista que la educación tiene una gran responsabilidad en el presente y futuro de las nuevas generaciones como herramienta de formación y transformación social.

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Pero lamentablemente la agenda educativa en la Provincia pasa por otro lado. Entre febrero y mediados de mayo de este año, por caso, autoridades y gremios docentes no hicieron más que discutir en torno a los salarios, adicionales, sumas fijas, punto índice, horas cátedra versus horas reloj, tramos del aumento. Y en el medio, chicanas de tono político, amenazas de paro y las mismas puestas en escena sindicales de siempre. Una pulseada crónica y desgastante que no hace más, como sucede desde hace varias décadas, que subordinar los temas centrales de la educación a la paritaria salarial y laboral. Peor aún, incluso después de firmar el acuerdo hasta el próximo año, las preocupaciones siguen alejadas de lo importante. Según el ministro de Educación, Daniel Gutierrez, el trabajo que se hace para mejorar la calidad se centra "en capacitaciones a docentes y directivos, priorizando la formación docente, los contenidos y un mayor involucramiento de las familias”. No hay razones para no creerle. No obstante, por lo pronto solo cuentan los magros resultados del operativo de evaluación nacional. Ésa es la verdad objetiva. Recién cuando los alumnos comiencen a mejorar su performance, se podrá afirmar algo más sobre el trabajo de los educadores. Lo que no se observa es la existencia de política educativa firme para sacar a Catamarca del fondo del ranking.
Gentileza: elancasti.com.ar

Edición: Guillermo Farias