Entrevista en MAGAZINE 12 Corrientes

Tuve la providencia de conocer a Julian Zini, él fue el profeta del Paiubre

El músico Mercedeño Francisco Cerimele, dialogó con José Gómez en el programa Magazine 12, donde comentó vivencias, anécdotas, y recorridos musicales con el “Pai Julián Zini”.

Una tardecita de abril de 1964, Julián llegó a la ciudad de Mercedes (Corrientes), él llegó en una moto a mi barrio, con su sotana negra, anudada del lado derecho para poder circular en la moto, también con el clériman (Cuello que usan los sacerdotes), cosa que después con el tiempo esta vestimenta quedó en el olvido, porque el Vaticano autorizó que los sacerdotes se vistan igual que todas las personas, (el hábito no hace al Monje), dichosamente. Julián, hizo toda su labor pastoral acá, dijo el Mercedeño.

Yo soy del barrio Itatí de la ciudad de Mercedes, y Julián no recuerdo bien como se presentó acá. El párroco de mi capilla de apellido Atamañuk era amigo del Julián. El obispo Alberto Deboto, lo ordena en 1963 al “Pai”.

Lo que más me impactó de entrada es que él tenía una alegría especial para conversar, para comunicar, para contar todo lo bueno que había desde el evangelio, desde los criterios de Dios, cosa que para nosotros era algo inédito… Fue un regalo providente de Dios la presencia del padre Julián.

Él contagiaba sus ganas de trabajar con nosotros, y me contagio de esas ganas y me embarco en la música. Así conocí sus primeros temas que eran casi todos testimoniales, contando las críticas de nuestra gente, denunciando las injusticias, poniéndose del lado de la gente, para nosotros era algo inédito, toda una novedad que el párroco de Mercedes se ponga del lado de la gente, que se mimetice con la misma.

En esa época teníamos un párroco de apellido Mancilla, que ya se estaba yendo, se estaba jubilando, y nos enteramos que venía un cura joven, Julián tenía 25 años cuando llegó acá, y decían que era un cura cantor, que tocaba la guitarra. Cuando yo escucho eso ya me embalo sin conocerlo.

Hice todo lo posible para ese encuentro con él, a pesar que yo no estaba en el centro, yo vivo en un barrio, pero empecé a ir a la parroquia, hablaba con él, me comentaba de los primeros chamamés que él escribió.

Hay temas que en esa época me comentaba, algunos no fueron grabados, pero entre tantos temas de esos que él me comentaba y cantaba aparecieron 3 temas que fueron emblema de “Los de Imaguaré” que fueron “Avío del Alma”, “Compadre que tiene el vino” y “Chamamecero”, esos son 3 temas que levantan la bandera de los de Imaguaré, y son escritos por Julián Zini.

Tuve la suerte, o la gracia de poder conocerlo a Julián, la providencia de Dios, él siempre nos decía que sin la providencia de Dios no somos nada, nunca nos abandona, por eso no tenemos que afligirnos, sí, tenemos que estar atento comentó.

Después lo conocí a Julio Cáceres, al gringo Joaquín "gringo" Sheridan, a Ricardo “Tito” Gómez, y todos coincidimos en acompañar al padre Julián, que, sin el mensaje, ese mensaje cristiano y profundo, ese decir, porque él tenía el don de la palabra, sin eso nosotros no hubiéramos sido nada, enfatizó.

Julián fue el profeta del Paiubre, nuestro profeta, el que veía más allá de nosotros, él nos indicaba el camino que él veía y nosotros no.

Había un grupo que se llamaba “Los hijos del Paiubre”, que estaba compuesto por Julio Cáceres, Tito Gómez, y Carlitos Núñez, en el año 1971 se sumó Julián, para marcar el rumbo, y el gringo Sheridan y yo nos incorporamos luego, yo con la guitarra.

Julián decía nosotros no somos investigadores, nuestra música, y nuestro mensaje, busca una coherencia con el pasado, simplemente tratamos de rastrear un poco más en la historia de nuestro pueblo, y luego lo vamos contando, solemos decir que más que inventar, juntarnos y compartimos lo que tenemos.

Él era tan normal, tan humano, y tenía tantas cosas como tenemos todos los humanos, y decía somos luz y sombra al mismo tiempo.

Creo que la mayor cosecha, el mejor brillo del Pai fue en la década del 70.

Julián siempre contaba que tuvo un profesor de teología, que le decía siempre, Julián, querele, querele y querele a tu gente, el resto viene por añadidura.

La primera vez que él vino a mi casa nos cayó con dos paltas, dos paltas enormes, nosotros no conocíamos la palta, ni mi señora ni yo, ni sabíamos que eso era para comer, y nos afligimos porque yo era un empleado municipal, y mi señora era maestra, y bueno luchábamos como todos con la realidad, y él nos dice, no se aflijan… ¿Tienen un poquito de arroz?, si hay, ¿tienen un poquito de verdeo?, si hay, bueno yo voy a hacer una ensalada, él era tan simple que si había una galleta comía una galleta, si había otra cosa él comía igual, él no se hacía problemas por nada, y bueno entonces junto lo que teníamos y nos hizo una ensalada que él la llamó LA IRREPETIBLE, porque se hacía con lo que tenía nomás, contó sonriendo nuestro entrevistado.

Pasábamos tan bien con él, cuando nos íbamos al campo, o a alguna localidad, pasábamos muy bien porque él era así, muy simple, sencillo comentó entre otras anécdotas.