Entrevista Antonio Tarragó Ros Corrientes

Yo no era ni pobre ni rico, era hijo de Tarragó Ros y el chamamé me dio todo

El reconocido músico chamamecero, Antonio Tarragó Ros deleitó a los oyentes de Nacional LT12 con un hermosa entrevista realizada por el periodista Mario Chiappa, donde comentó infinidades de anécdotas sobre su vida, y sobre todo, la de su padre, apodado “El Rey del Chamamé”.

Como homenaje al reconocido Tarragó Ros, que nació el 19 de junio de 1923, Antonio su hijo, deleitó a los oyentes de Nacional LT12, con una tremenda entrevista realizada por el periodista Mario Chiappa, en su programa “A La Noche Corrientes”.

Tarragó Ros conocido como El Rey del Chamamé, fue un músico y acordeonista de chamamé y música litoraleña de Argentina. Grabó 19 álbumes originales y compuso casi 200 canciones, entre ellas varias incorporadas al cancionero popular de la música litoraleña como "El desconsolado", "Por qué te fuiste", "El prisionero", "Madrecita", "Caña con ruda", "El afligido" y "Villa Constitución", entre otras.

Antonio lo primero que mencionó fue que debutó como músico, en LT12 Radio General Madariaga, todavía tengo una foto de muy chiquito.

A mi papá le gustaba mucho reírse, él era un artista melancólico, triste, entonces él quería alegrar y alegrarse con su música, un día me dijo Marcelo Simón, tu papá es un músico, jubilosamente triste, la música de mi papá tiene una lagrimita adentro, pero que te dan ganas de bailar.

Yo siempre fui medio intelectual, cuando me fui de Curuzú, me fui a vivir a Rosario con 18 años, me fui a estudiar neorrealismo Italiano, con el mismo director que ahora me llamó para hacer una mini serie que se va a llamar “El Milagro del Chamamé”, la historia del chamamé en Rosario, que trata de Emilio Chamorro.

Mario del Tránsito Cocomarola, tocó con Emilio, cuando Mario se volvió a Corrientes por el nacimiento de su hijo “Coqui”  volvió a Corrientes, a cambio de Cocomarola entró mi papá al conjunto de Emilio Chamorro, en el conjunto ya estaba Isaco Abitbol.

Mi abuelo le enseñó a mi papá y obvio él a nosotros, que es mala educación llegar fuera de horario, no debemos llegar tarde, porque nos están esperando, y tampoco temprano, porque si quedaste a una cierta hora, la persona que te está esperando se va a alistar para esa hora, si llegas antes  posiblemente no esté listo. Esa es una enseñanza que me inculcaron a mí, comentó Antonio.

Mi papá era hijo de socialista, nieto de anarquista, entonces mi papá tenía amor por los peones, no tenía desprecio por ellos como tienen en otras ideologías políticas.

Tarragó Ros se convirtió de Barraquero en músico, porque en aquella época, ellos andaban en carros, carros grandísimos, y claro vos te ibas a un lugar que te quedaba no se a 10 leguas (10 leguas equivalen a 48,2803 Kilómetros), entonces no podías volver rápidamente, porque temes los caballos cansados, uno mismo está cansado, entonces cuando ibas a esos lugares, ya te recibían con unos guisos, asados, y como en aquella época no había radio, no había nada, y siempre había uno que sabía tocar algo, (en aquella época se le daba mucha pelota a los músicos, no como hoy que ni pelota nos dan), acotó Antonio. Y bueno así arrancó mi papá también con la música.

Lo primero que aprendió a tocar mi papá fue la armónica, un día lo llevaron al circo y había uno que tocaba con unas botellas tipo arpa, y enseguida le armaron una a mi papá y él tocaba ahí con las botellas, después ya le compraron un acordeón a piano, después “la verdulera”.

Cuando a mí me atacaban, (yo le dejaba nomas que me guacheen), me atacaban por el aro, y por la batería, decían SI EL PAPÁ LO LLEGA A VER CON LA BATERÍA, mi papá tocaba la batería, también me decían el aro ese que usas, el aro era parte del uniforme de los granaderos de San Martín. Cuando me decían esas cosas yo le contestaba “LOS LIBROS NO MUERDEN”

Mi papá fue director de una revista “Brisas”, eso era algo inherente a las familias socialistas y anarquistas, tener algo, un diario, una revista, algo que ellos publiquen sus ideas políticas, eran perseguidos por los curas. Un día a mi abuelo le prohibieron que publique esas cosas, entonces ellos hacían sus escritos y se iban a todos los lugares a leerle, un día se fueron a un lugar de noche era, y ellos querían leer sus escritos, entonces los curas le apagaron las antorchas, velas, y la gente del lugar prendía fósforos y cosas para que puedan leer y los curas le soplaban para que se les apague la luz y no puedan leer, comentó jocosamente Antonio.

Mi papá era diferente en todo, diferente para tocar el acordeón, diferente para pensar, él viene de una formación diferente, no era lo normal, por ejemplo él era hijo de ricos prácticamente, y por lo general el que toca chamamé no es hijo de rico, por ejemplo Ernesto Montiel era lechero.

Nosotros respetábamos mucho a los músicos de antes, por ejemplo si le veíamos a Don Ernesto, capaz de ponernos a llorar, mira con quien estamos, pero era por el gran respeto que le teníamos.

A mi si un periodista me critica por mi música en un diario, yo le llego y le pregunto porque me críticas, muchos periodistas me decían que no les podía critica, como no les voy a criticar si yo también escribo, y capaz que escribo mejor que vos, porque mis músicas la gente se conoce de memoria, las notas que vos escribís no creo que nadie se acuerde de memoria, expresó entre  risas.

Yo siempre tuve la convicción que tenía el chamamé bien adentro, y el chamamé me hacía invencible, era la sensación que heredé de mi papá y los amigos de él. Tener el chamamé adentro es como la sensación cuando estás enamorado, parece que nada te puede pasar y lo que te pasa te importa un carajo. No te deja pensar en otra cosa, te hace dormir feliz, eso es el chamamé para mí.

Yo no era rico, tenía un solo pantalón, que se lavaba a la noche y se secaba de madrugada, al otro día me ponía el mismo pantalón, así que yo siempre digo no soy ni pobre ni rico, era HIJO DE TARRAGÓ ROS, EL CHAMAMÉ.

En un pueblo ser rico o pobre hace la diferencia, pero a mí el chamamé me salvó de muchas cosas, del alcohol, la droga, para que iba a consumir droga si yo escucho un chamamé y me pongo a llorar de la emoción. Yo siempre le digo a los chicos, si vos tenés que drogarte para escuchar una música, el problema es que no te está llegando la música, tenés que cambiar de música, porque yo escucho un chamamé y no necesito nada más.

Yo duermo con la radio prendida, le dejo ahí prendida, y es como si estoy escuchando la lluvia, pero si en algún momento pasan algo que me gusta, como por decir algún tema de los Chalchaleros, yo me despierto y ya me desvelo escuchando, después le cago a pedos por pasar eso porque me desveló, y al otro día tengo que levantarme a trabajar, me tengo que bañar con agua fría después para poder despejarme, comentó festivamente.