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Salamancas y caminos presenta: “Río Bermejo”

“Todos los poemas se escriben en el agua/ A todos los poemas se los lleva el agua, /los disuelve el agua”, escribió el poeta entrerriano Orlando Van Bredam.

En los mapas amarillos de la Argentina, el Bermejo figura como un nervio azul, una rayita que intenta imitar el color del cielo (cielo que nunca alcanzarán los pilotos de los caza, ni los prolijos alpinistas europeos) acaso el río Bermejo sea un cielo equivocado, (pero no “un cielo azul que viaja” como dijo del Uruguay, el poeta Aníbal Sampayo) más bien un cielo desertor que siempre huye, cielo que ha decidido alejarse de los ángeles cristianos y nubes occidentales, y aproximarse al hombre originario y su aventura en el otro día, cielo que no da rocío, cielo que sólo entrega sudor, o quizás sea un río hecho con la saliva de los que hace siglos han sido callados, o con las lágrimas de los silencios que jamás alcanzaron la jerarquía de canto.

¿Qué artesano de la creación y el desasosiego habrá hecho el Bermejo? ¿En qué taller de la nostalgia (por el mundo perdido) se habrá urdido este río norteño, cuerda de aquella guitarra de agua, que recorre en décimas silenciosas, la melodía del monte y la selva?

Dicen que el viejo Bermejo, es el único testigo del primer amanecer sobre el Chaco, dicen que en su vieja alcancía de sed, el sol ha puesto la limosna del antiguo crepúsculo norteño; dicen que el Bermejo es un mar exiliado, un insurgente río que ha preferido ser agua de la tierra adentro; viajero místico por el silencio de comarcas, pequeño nervio rojizo en las soledades del invierno de la selva, bestia de orillas en los arrabales de verano.

El Bermejo tiene el andar propio del desharrapado, río rústico que padece la indiferencia de dios, pues, el Bermejo es de los olvidados, de los que cada día esperan al lento milagro; Bermejo de harapos, y pez duro, caballero errante por la sed de los orilleros; Bermejo, mendigo de los ríos, se parece al anochecer de los presos, a la lluvia en los jardines de los hospitales, a la moda abismal de los andrajosos.

Pan de orillas, remoto Bermejo, niñez de lodo, atleta de lo marginal, sus aguas se sublevan ante el olvido del mundo. Sacerdote pagano de la intemperie, anciano de agua, moreno de la corriente, río tanta veces nacido, Bermejo tantas veces muerto.

Dicen que en sus profundidades, los ahogados y sus himnos, balbucean plegarias nocturnas en las hondas congregaciones de barro: todos los ahogados en el Bermejo, celebran su misa misteriosa porque ellos se reúnen en la mirada melancólica de los pescadores, que siempre le hacen al río, la misma pregunta desesperada, la misma elegía con la que despiden al viejo niño, que tantos nombres la ha puesto al silencio.

Locución: S. M. Tovarich
Idea y Guión: Pedro Patzer
Edición Artística: Fernando Salvatori
Producción: Fabiana Álvarez – Alejandro Carosella
Actor Invitado: Oscar Naya
Dirección Artística: Marcelo Simón