capítulo 235 JUANA PIMIENTA

Cristina Peri Rossi, libre e insumisa

Celebramos a la escritora Cristina Peri Rossi, reciente ganadora del premio Cervantes, -máximo reconocimiento a la labor creadora en lengua castellana-,  el día en que la poeta cumple 80 años.

Dice de ella María Teresa Andruetto: ‘Es tremenda Peri Rossi, feroz como una loba a la que han dejado sola (aunque podríamos encontrarle una hermana en Thénon). Sarcástica, impiadosa, descarnada, trató a la poesía como la hembra de otra hembra y escribió con desparpajo el desgarro del exilio y el deseo lésbico. Lo suyo no es la ternura ni el lamento, lo suyo es el aullido.’ 

Y Cristina cuenta de sí misma:

 

En los últimos años

he vivido en más de cien hoteles diferentes

(Algolquín, Hamilton, Humboldt, Los Linajes

Grand Palace, Víctor Alberto, Reina Sofía, City Park)

en ciudades alejadas entre sí

(Quebec y Berlín, Madrid y Montreal, Córdoba

y Valparaíso, París y Barcelona, Washington

y Montevideo)

 

siempre en tránsito

como los barcos y los trenes

metáforas de la vida

En un fluir constante

Ir y venir

 

No me creció una planta

no me creció un perro

 

Sólo me crecen los años y los libros

que dejo abandonados por cualquier parte

para que otro, otra

los lea sueñe con ellos

 

En los últimos años

he vivido en más de cien hoteles diferentes

en casas transitorias como días

fugaces como la memoria

 

¿cuál es mi casa?

¿dónde vivo?

Mi casa es la escritura

la habito como el hogar

de la hija descarriada

la pródiga

la que siempre vuelve para encontrar los rostros conocidos

el único fuego que no se extingue

 

Mi casa es la escritura

casa de cien puertas y ventanas

que se cierran y se abren alternadamente

Cuando pierdo una llave

encuentro otra

cuando se cierra una ventana

violo una puerta

Al fin

puta piadosa

como todas las putas

la escritura se abre de piernas

me acoge me recibe

me arropa me envuelve

me seduce me protege

madre omnipresente.

 

Mi casa es la escritura

sus salones sus rellanos

sus altillos sus puertas que se abren a otras puertas

sus pasillos que conducen a recámaras

llenas de espejos

donde yacer

con la única compañía que no falla

Las palabras.