Opinión Santa Fe

Gente en obra

Gente en obra.

Por Mariana Steckler (*)

La frase "No me representan" que se escuchó hace un tiempo nació de personas "iguales" a las feministas pero que las repudiaban. Mujeres y disidencias que no se sentían representadas por esa lucha.

Esta situación, a todas luces esperable y previsible cuando un movimiento tan masivo y movilizador irrumpe de la manera que lo hizo el feminismo, fue utilizada y manipulada incluso por personas que veían cercenada su participación en el debate público, básicamente por falta de vulva.

Se regodeaban, festejaban que otra mujer critique al feminismo. Lo divulgaban cual trofeo conseguido en el torneo más difícil de la temporada desconociendo, claro está que no de manera ingenua -porque acá no se subestima a nadie-, que el machismo se encuentra en la sociedad, por ende en todas las personas.

Mientras tanto, el movimiento más disruptivo de la historia de la humanidad, más controversial para tanta gente menos para sus integrantes siguió y sigue su curso.

Aparecieron las Jimena Barón, Florencia Peña, Cinthia Fernández.

También aparecieron las Mayra Arena, nunca se fueron las Diana Maffía, ni las Dora Barrancos, ni las Diana Sacayán. Algunas repitiendo los mismos estereotipos que dicen batallar. La necesidad de destacarse, de sentirse diferente,  "otra cosa", el apetito de recursos o de aplausos no logra disimular la obstinación antiperonista o el olvido de las génesis de las luchas. O simplemente el detalle de quiénes se benefician gracias a esas conquistas. Otras, dejando la vida en el intento. Jirones, cuerpos enteros.

Se las escucha, se las piensa. Ahí van ellas, afilando la punta del lápiz, aprendiendo a disentir mientras piensan e intuyen.

Explotan los grupos de Whatsapp "¿Vieron el video de Cinthia Fernández? ¿Qué pensamos sobre eso?" Así circulan las opiniones, cada vez menos superficiales, menos obvias, menos estridentes. Cada vez más compasivas. A veces simplemente el silencio como respuesta, un "dejemos vivir". Y ya, a otra cosa. Cada vez más políticas. Y esto a su vez es criticado, repensado en clave "nos quieren siempre en la línea de fuego, agotadas". Porque las mujeres y disidencias también quieren ser simples personas, profesionales, artistas, madres, princesas, antiprincesas, guerreras, cómodas. Qué complejo. ¿Debería ser simple?

Y en política, cada vez son más peronistas las que llegaron al feminismo desde ese lugar.

Porque eso hace el feminismo, ampliar derechos, cuestionar el statu quo, acercar bienestar y esperanzas de mejorar la vida a las generaciones que siguen. Y otra vez ampliar derechos. El feminismo hace feliz a la gente, no sólo a las mujeres. Imposible no emparentarlo con el peronismo.

Las filas feministas peronistas como estructura, como soporte desde el cual se piensa la política está consiguiendo contagiar a las personas más esquivas.

Las mujeres estuvieron en política desde siempre. En el frente de batalla empuñando las armas y también en las tertulias, a puro lobby,  consiguiendo recursos. Discutiendo estrategias desde los sillones, algunas pocas veces, y muchas más escuchando detrás de las puertas y sugiriendo por lo bajo para luego ser otro quien se lleve los laureles.

Hasta que por fin llegó la masividad.

"¿Qué intereses representamos?" se preguntaba Néstor Kirchner y no dudaba. Las peronistas feministas tampoco lo hicieron.

Como sostiene Estela Díaz en "Feminismo y Peronismo" fue Evita quien logró una "intervención decisiva en materia de derechos de las mujeres. Se debe a ella que las mujeres hayan tenido en Argentina una inédita tasa de representación en el parlamento, solo comparable con los países nórdicos, y con Rusia."

Hoy se escucha con diversa frecuencia la frase "Ya pasó, ya fue la moda violeta". Menos mal que las peronistas no se creyeron eso en 1947 luego de obtener el voto femenino. Si lo hubieran hecho probablemente no hubieran existido las censistas y el partido femenino peronista, la licencia por maternidad,  la igualación de derechos de hijos e hijas extramatrimoniales,  la primera Ley de Adopción, el divorcio vincular, los jardines maternales. Las más recientes de cupo y paridad, Asignación Universal por Hijo, jubilación de amas de casa (!), Educación Sexual Integral, matrimonio igualitario, paritarias trabajadoras domésticas, identidad de género, Interrupción Voluntaria del Embarazo. Son algunas, la lista es larga.

¿Quiénes pueden arrogarse, entonces, mayor pertenencia al peronismo? ¿Quienes niegan esta lucha, su trascendencia y consecuencias?

Nuevas preguntas llegan estos tiempos ¿Es válido pensar qué le aporta el feminismo al peronismo, si es que le aporta algo? Cualquier pregunta sería válida, el tema es si vale la pena. Si lo que se pretende es hacer política habrá que pensar nuevas estrategias porque a esta altura ya nadie puede negar la profunda transformación que demostró poder llevar adelante el feminismo. ¿O acaso la política, el peronismo es particular, no ha hecho carne la transformación, el patear tableros y traseros?

Faltan mujeres y disidencias en lugares de toma de decisión (en todos, políticos, empresariales, sindicales, religiosos). La violencia de género, los abusos, la discriminación siguen siendo una realidad en el mundo, en mayor o menor medida. Enquistados están, disfrazados de progres o de neoliberales que no "necesitan" a las feministas porque lejos de cualquier cosa que les mueva el altar de sus privilegios.

Asumen políticos (varones), algunos muy cuestionados, otros como el ministro de educación que aleja deliberadamente la biblia al momento de jurar también asume. Ausencia de temor de exponer contradicciones, de las características más místicas y maravillosas del peronismo porque allí es donde anidan las conquistas del futuro.

Quizás, entonces, sea necesario delinear que la pregunta no es qué le aporta al peronismo ya que el feminismo no es un agregado, un complemento. Tomar la teoría política y en especial la peronista y sumarle la teoría feminista "sólo produciría la ilusión de completitud. Lo que aporta, en todo caso, es la transformación de términos y conceptos que funcionan como dogmas, como verdades absolutas para reimprimirlos y extraer de ahí su dimensión ética y política" (conceptos extraídos del feminismo freudiano).

Cierto es que resulta cada vez más difícil separarlos. A las feministas las corren por derecha y por izquierda, como al peronismo. Y siempre están intentando proscribirlas, como al peronismo.

¿Y qué hacemos con la "e" que irrita tanto? Ojalá no molestara el intento de inclusión, aunque parezca burgués, aunque parezca ridículo.

Sin embargo, si resulta insoportable siempre es bueno saber que hay opciones.  Que ante el tan masculino "Obreros trabajando" que parecía imposible de reemplazar un día apareció "Gente en obra". Un cartel que llama a desdramatizar. ¡Para quienes reclaman economía del lenguaje! Demuestra que sólo fue necesaria una mínima estrategia. Un cartel pudo, ¿cómo no vas a poder vos?

Por lo pronto, la periodista, escritora y trabajadora de Radio Nacional Santa Fe Cintia Mignone habilitó que su frase sea estampada en este texto, algo que no será desaprovechado si se sabe lo que es bueno: "Más allá de las teorías y discursos la praxis peronista fue, es y será feminista."

 

(*) Directora de LRA14, Radio Nacional Santa Fe.

Septiembre 2021.