Así lo explicó a la periodista Ana María Vega, el investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Cuyo, Israel Vega durante el programa Muchas Gracias. Se trata de “un equipo multidisciplinar de profesionales e investigadores de distintas unidades académicas de la Universidad Nacional de Cuyo, institutos del CONICET, Hospital Central y diferentes áreas de gobierno, que estudian este instrumento de vigilancia epidemiológica, con el fin de detectar y seguir el material genético del SARS-CoV-2 en aguas servidas, lo cual permite conocer la magnitud real de la circulación del virus”.

Según explicó el doctor Vega “se sabe desde hace mucho tiempo, que varios microbios patógenos para el hombre, y de diferentes virus en particular, se encuentran presentes en aguas residuales. Esto ocurre, fundamentalmente, porque el patógeno se elimina en los fluidos corporales durante una infección activa, incluso días antes de manifestar algún síntoma, y aún en los pacientes asintomáticos. Y de ahí pasa a los inodoros, a las bachas de baños y de cocina o lavanderías, durante la higiene personal, o la limpieza domiciliaria de diferentes elementos”.

Es importante saber que esta estrategia contribuirá a tener información comunitaria que hasta hoy no está disponible porque la mayoría de las personas infectadas no son testeadas o porque son asintomáticos o presentan síntomas leves, sin descartar que los recursos de laboratorio y personal calificado del sistema de salud son limitados.

Finalmente, el profesional reconoció que esta información es elevada en forma permanente al gobierno para hacer un seguimiento de la pandemia. “A mediados de diciembre identificamos una baja del 50% de la presencia del virus en las aguas cloacales...De esta manera es posible predecir un incremento en la presencia del virus en la comunidad y así tomar decisiones” en el ámbito de la salud pública.