Rusia, 2018.
Día 21.
Después de Francia.
El mundial es un viaje de ida. Una sobredosis. Alto consumo de la buena, intensa vida. La cabeza se lleva como una valija cómoda. Transcurre sobre cuatro rueditas. Salís con una grande, ordenada, pensada, hecha de rutina, ajustada al peso permitido y traes cuatro nuevas, partidas, explotadas de papeles, guías, fotos, voces, apuntes, cenas, servilletas de café, gritos, posavasos, selfies, matrioskas, estadios, ciudades, nombres, lenguajes, países, caras, borrachos, himnos, cantos, colores, rios, lunas increíbles, puentes,catedrales, plazas, edificios, monumentos, fachadas, estrellas, estaciones de subte, mercados, guaridas, controles, acreditaciones, hinchas, comidas, disfraces, goles, jugadas, soles, historias, parques, puentes, barcazas. Y tus pies que van. Siempre van . Moscú. Bronnitsy. Nizhny Novgorod. San Petersburgo. Kazan.
Kazán?
Qué pasa? Porque nos detenemos en Kazán?
Hasta que en un aeropuerto, en una estación de tren, una calle peatonal, en la mitad del campo, de un sueño, cuando no sabes si te fuiste a dormir o seguís despierto, si es de día o de noche, si fumaste o no, en un pase equivocado, en un área grande, viene un Mbappe corriendo y lo ves pasar, pensando, adonde va este negrito, y el grito, su grito, el de ellos, de otros que también corren y juegan y disfrutan, te hace sentir, saber, que te estás quedando atrás, muy atrás, como jugador, como equipo, como organizador, como país futbolero, como sociedad en general, que se va el tren, que ya no llegas siquiera a verlo irse.
Y ahí te quedas.
En una estación desolada del pasado que huele a orín. Sentado, inmóvil, evocando el tiempo perdido qque se corrompió, que quizá alguna vez fue pero que nunca jamás sucedió. A la espera de otro tren que te saque de la realidad. Pero vienen a limpiar, a cerrar tu participación, y te barren, te echan a las calles de la periferia del mundo donde todo es sombra y olvido. Esto es Kazan, Rusia, amigo. Te avisan. El próximo tren pasa dentro de cuatro años. Y no por aquí. Si quiere volver a subirse, comience a caminar. Su país queda para allá.
El mundial es un viaje solo de ida.
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