Conversamos con Ricardo Carrizo, diácono integrante del grupo de Curas de Opción por los Pobres: “el Obispo Enrique Angelelli fue asesinado en la ruta, pero como corolario de tres muertes anteriores de los curitas Carlos, Gabriel y Wenceslao, un asistente muy directo de Enrique Angelelli. Al cual el mismo obispo le había encargado el tema agropecuario y la patronal agropecuaria como para armar cooperativas y darle espacio a la gente más pobre. Sino para tener un mejor vivir, como alimentarse y que no sean explotados por los grandes patrones en esos feudos que existen en La Rioja y en tantas otras provincias. Pero en particular y como consecuencia de esto, terminan matando a estas tres personas, los dos curitas los torturan y los tiran en un zanjón y a Wenceslao lo matan en la puerta de su casa en frente de su esposa y sus hijas. Días después Angelelli, volviendo de la ruta con las carpetas para hacer las denuncias pertinentes, termina siendo asesinado en una forma muy salvaje.
Para que haya un asesinato debemos tener un asesino, claramente fue la dictadura que no toleraba ni soportaba que hubiera gente que luchaba por los más pobres y que expusiera públicamente las desigualdades y defendiera los derechos de los más necesitados.
Eso es una semilla que han sembrado, al matarlos creyeron que se acabaría esto, pero en cambio sembraron el campo con la sangre de estos mártires para que surja el trigo que nos da germen y fruto para poder seguir luchando y trabajando en pos de la defensa de todos los pobres y cuestionar a todos los que los empobrecen.
Entonces en realidad si bien los mártires al entregar su vida, lo que han hecho es generar nuevos frutos que muchos hemos continuado con nuestras virtudes y debilidades, tratando de ir acompañando. Cabe destacar que, dentro de la propia iglesia, hubo una iglesia cómplice que decía que fue por torpeza del obispo que no se había manejar y siempre ocultando y tratando de negar su martirio.
Hasta que en el año 1983 - 1984 el obispo de Quilmes, Jorge Novak, el de Neuquén, Jaime de Nevares, y un obispo uruguayo en una misa públicamente dijeron que había sido un homicidio y que eran mártires. Esto generó una lucha interna dentro del episcopado hasta que se pudo plasmar el juicio gracias a la lucha de muchos curas que han seguido tratando de mantener viva la memoria y sobre todo hacer que la verdad sea dicha. Habiendo sacerdotes y obispos asesinados en nuestro país en épocas de dictadura y estos son los primeros que se pudieron nombrar como mártires, más allá de que el pueblo fiel ya los tenía como santos, la justicia los nombró mártires y entendemos que muy pronto obtendrán la santificación.
Era una voz profética clara y concreta, que exponía lo que estaba sucediendo, la desigualdad, las injusticias y el poder real, económico y político no pudieron sofocarlo, aunque lo intentaron hacerlo a varias veces.
El mismo denunció que esto le iba a pasar y por ejemplo el juicio se pudo resolver porque unos días antes de que lo mataran, Angelelli había enviado una carta a Roma dirigida al Papa, a mano, por lo tanto, no se tenían registros aquí en Buenos Aires, pero se sabía que esta carta existía y en donde daba con nombres y apellidos quienes los habían amenazado y que había sucedido. Cuando se hizo el juicio, al revisar los archivos, previa autorización del Papa Francisco, esta carta termina dando a luz y condenando a los autores intelectuales del hecho.